LOS AÑOS ILÍCITOS (dedicado a A.M.C.)

Cuentan que en el siglo XX, en los años 40, se apareció la Virgen María en un pueblo del Levante. Fue en el verano de 1942. El mismo verano que después dio lugar a aquella película sobre amores ilícitos de banda sonora inolvidable.

Unos niños correteaban entre las dunas de la playa cuando detrás de unos árboles divisaron una extraña luz. Era un resplandor violáceo, envuelto en una difusa neblina. Al acercarse los niños, el resplandor se apagó y todos huyeron a la carrera, de vuelta hacia la playa, lanzando agudos gritos con sus pequeños y potentes pulmones de niño. Atropelladamente contaron a su padre lo ocurrido y él se acercó sigiloso hasta el lugar. El resplandor volvió a lucir una vez más. El hombre se acercó hasta los árboles y, cuando estaba a punto de pasar entre ellos hasta el origen de la luz, esta volvió a apagarse de nuevo. Se quedó quieto un momento, parado, mirando hacia la oscuridad. Esperó a que volviera a encenderse, mientras imaginaba la luz de una linterna decorada con papel celofán en manos de algún bromista. Cuando volvió a encenderse, bruscamente saltó al otro lado de los árboles. Una mujer pálida, de gesto fino y endeble, lo miró con las manos extendidas palma arriba. Estaba cubierta por una manta hasta la cabeza, lo que hacía parecer que vestía una túnica. Se oyó el crujir de unas hojas en el suelo y el hombre vio las suelas de unos zapatos desapareciendo entre las sombras. La mujer le sonrió, le dijo: “solo cobro 50” y esperó a ver el gesto lascivo en su rostro para apartarse la manta y descubrirse en toda su desnudez. El hombre ya buscaba el dinero en el bolsillo de su camisa.

Cuando salió de allí, aún con los ojos inyectados en sangre, se encontró de frente con su esposa. Ella lo miró, primero suspicaz y después curiosa, dándole tiempo de reaccionar y explicarle los hechos. Y los hechos del 20 de agosto, en aquel verano de 1942, contaron que la Virgen María se le había aparecido para pedirle que rezara por la salvación de todos los pecadores y que en su honor se ocupara de erigir allí una ermita.

Y así fue como se construyó la ermita de la Virgen de las Dunas, a la que acuden en peregrinación los vecinos de todos los pueblos de la provincia una vez al año, el 20 de agosto.

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