EL ANIMAL

Se fijó con escondido horror en la mujer que empujaba el molino; apenas pesaba unos veinte kilos y estaba a punto de caer desfallecida. Su instinto humanitario lo condujo hacia ella, frente a la que se detuvo. Ella lo miró fijamente a los ojos con el gesto más desgarrado que había visto en su vida y le susurró: "máteme, por favor". Él bajó la mirada. Sabía que no podría hacerlo, pero antes siquiera de planteárselo entró el coronel y disparó a la mujer en la sien, desplomándose ésta, o casi "desplumándose", tal era su delgadez, en el suelo. El coronel levantó la vista, mientras hacía una seña para que retiraran el cadáver, y le dijo: "¿Pero no lo veía? Esa ya no servía para nada, lo mejor es matarlos cuando están así para que no sufran".

No hay comentarios:

Publicar un comentario