EL MOMENTO DE ESTAR MUERTO

Estamos entre la hierba y Ben dice: “déjame echar un vistazo”; “con cuidado”, le digo yo, y no ha levantado aún la cabeza cuando un disparo le da de lleno en la frente. Cae a mi lado, creo que ha muerto en el acto. Y yo, yo ahora no voy a mirar, ni siquiera a moverme, no soy nada, una hierba más, estoy muerto como Ben, no pienso moverme ni un milímetro, aunque tenga que estar una semana aquí tumbado sin comer ni beber y muera de inanición, pero yo no me muevo hasta estar seguro de que no habrá nadie alrededor. Oigo ruidos al fondo, las hierbas removerse, y no me puedo mover, estoy paralizado voluntaria e involuntariamente, no quiero moverme pero si quisiera no estoy seguro de que pudiera hacerlo, aunque ahora voy más allá y pienso que solo se ha escuchado un disparo, lo mataron a la primera, de un solo tiro certero, si llegan hasta mí sabrán que uno de los dos está vivo y no será muy difícil descubrir cuál, solo con mirarnos la cara, y un momento de angustia me atora la garganta y me hace sudar, siento el latido de mi corazón presidir este pequeño bosque, latir con él, las hierbas se mueven señalando, “aquí está, es el que late aquí al lado del que habéis matado de un solo tiro certero”, pero se me ocurre que puedo levantar el casco un poco y eso les obligará a disparar de nuevo, no sé con qué agarrarlo, un palo por favor, aquí hay uno y lo meto entre mi sien y el casco y levanto un poco, otro poco más, otro más hasta que suena el disparo y lo dejo caer de nuevo en mi cabeza. Ahora ya sí, tengo que hacerme el muerto, es de cobardes y yo seré un cobarde, pero ahora no es el momento de ser el héroe al que matan de un tiro certero, así que me he vuelto un cadáver, solo tengo que hacer lo mismo que haga Ben, pienso, imitar a Ben, y eso me da de pronto ganas de reír, y siento la sangre de Ben que llega derramada por el suelo hasta mi sien derecha, voy a mancharme un poco con su sangre para que parezca que yo también he caído, para que estos hijos de puta piensen que son capaces de disparar dos veces y matar dos de dos, el cien por cien. Noto sus pisadas ya sobre mí y hablan, no sé qué dicen estos cochinos cabrones, ahora nos dan patadas a los dos y nos voltean y soy el mejor cadáver que pueda existir, mejor cadáver que el propio Ben, y se van, se van, estoy tan feliz que tengo ganas de moverme pero he de seguir así hasta que sea de noche y no se oiga más que a los grillos que con su chirriar me avisan de que ya no queda nadie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario