AMANTIS

Érase una vez en un jardín remoto una mantis religiosa que se enamoró perdidamente de su mantis religioso y, temiendo perderlo para siempre, no fue capaz de comérselo tras la cópula. El macho, aturdido por la explosión de feromonas, agotado por el esfuerzo, inservible, vacío y atemorizado por su asumido destino no comprendió por qué no era devorado y se sintió rechazado, cuando, primero triste y después violento, en un rápido giro atacó a su hembra y, doblando la línea del destino a su favor, se la comió sin darse cuenta de que con ella se comía también a su propia descendencia.

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