EL DERECHO A ROCE

El derecho a roce no es un derecho inamovible o inviolable, como el derecho a la vida, a la libertad de expresión o de religión, a la educación o a la igualdad de sexos o tendencias sexuales, es un derecho que va y viene, aparece y desaparece, solo dependiendo de la decisión de uno de los dos. Por ejemplo, yo aquel día pasé delante de ti y me tocaste el culo. Hasta ese momento no tenías licencia para tocarme, de modo que nunca se me habría ocurrido que pudieras tocar algo más que mis manos o, como mucho, la cara, el pelo o los brazos. Pero a partir de ese momento ya podías tocarme el culo, lo que no quiere decir que pudieras tocarme partes más íntimas, pero ya te ampliaba el derecho a la cabeza, el cuello o incluso las piernas. Y entonces salimos de trabajar, me dijiste: "te invito a una cerveza" y yo estuve de acuerdo y acabamos haciendo desaforadamente el amor en tu casa. Aquello te abrió el derecho a tocar todo mi cuerpo, parte a parte, íntima o pública: el verdadero derecho a roce. Después fue cuando no conseguimos encajar y decidimos seguir cada uno nuestra vida y en ese momento el derecho se volvió a arrugar, como un acordeón que al cerrar los brazos deja salir el aire que tiene dentro, el aire del amor perdido, y el derecho a tocar mi sexo se esfumó con ese aire y detrás salió el aire del derecho a tocarme el culo, quedándose nuevamente, únicamente vivo el derecho a tocarme las manos y como mucho los brazos, el pelo o la cara. Como si nunca nos hubiéramos tocado antes.

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