LOS SUEÑOS DE CRISTAL


Llevaba unos meses teniendo diariamente horribles pesadillas en las que alguien lo mataba o, peor aún, él mataba a alguien, que podía ser desde un desconocido hasta su propia madre. Siempre había un asesinato y en ese momento él se despertaba sudando, aterrorizado, y después no podía volver a dormir, pues o tenía miedo o se sentía una mala persona, pues por alguna inventada teoría freudiana relacionaba aquellos asesinatos cometidos por su subconsciente con verdaderos deseos irrealizables que su subconsciente se obstinaba en traerle a su consciente. Entonces, un buen día, escuchó a dos mujeres en la cola de la panadería que hablaban de los sueños, y una dijo: “soñar que rompes objetos de cristal es símbolo de alegría y prosperidad”. Estuvo varios días dándole vueltas a esa frase, hasta que completó su razonamiento: si soñar que rompía cristales le proporcionaría alegría y prosperidad en la vigilia, romper cristales en la vigilia le ayudaría a soñar cosas alegres y prósperas.

En el centro comercial compró una vajilla de cristal blanco en oferta, un juego de tazas de café, seis paquetes con seis vasos de agua cada uno y una caja de diez copas de vino de delicado cristal de bohemia. La cajera le dijo: “De mudanza, ¿eh?”. No contestó. Llegó a casa y despejó el tendedero. Era la única habitación sin muebles. Primero tiró una de las copas y le gustó verla estrellarse y descomponerse en mil añicos. Después siguió con las demás copas y fue tirando todo lo que había comprado, de menor a mayor grosor, adquiriendo mayor fuerza, descargando su rabia, terminando enardecido, finalmente, con los platos.

Aquella noche se despertó de pronto sudando. Acababa de matar a la cajera del centro comercial con un trozo de cristal roto. Como no podía volver a dormir, se levantó y se puso a barrer cristales, mientras lloraba amargamente.

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