LA ANGUSTIA VALIOSA

Permanecía pegada al cristal, sin moverse, con la mirada aparentemente perdida pero concentrada en un único punto, el que marcaba el final del muro de piedra. Pero él no aparecía tras ese muro. Cada vez más nerviosa, se pegaba aún más al cristal, como si en algún momento, aplastando bien su nariz, pudiese llegar a atravesar el muro con la mirada y girar por la ciudad entre callejuelas hasta dar con su pérfido hijo y verlo, sano y salvo; maldijo el día en que decidió meterse en política, mientras susurraba oraciones cuya velocidad de recitado hacía ininteligibles. Sonaron varios disparos. Ella se fue sobresaltando a cada detonación, encogiendo los hombros y cerrando fuertemente los ojos, como en un estornudo, para volver a abrirlos de nuevo y fijar la vista una vez más en el mismo punto. Se oyeron unos gritos. Dentro, una mujer se le acercó e intentó llevarla con los demás a la salita, pero ella se aferró a su cristal y no quiso moverse. “No se quede aquí, puede recibir un tiro cruzado y así sería de poca ayuda”, dijo, pero el argumento no logró convencerla. De pronto vislumbró una sombra agrandándose hacia ella, junto al muro, y sintió que su corazón iba a escaparse del cuerpo en cualquier momento; un hombre vestido de gris apareció bajo la farola, ensangrentado, huyendo, mirando a todos lados y a ninguno, para finalmente continuar de frente y cruzar junto al cristal del que ella intuitivamente se apartó, asustada, como si fuera a tocarla al pasar. Respiró hondo y volvió a sentir la náusea en la boca de su estómago de nuevo, recuperando a continuación la labor de fijar la vista, entre esperanzada y temerosa, en el mismo lugar de la calle. Se hizo un silencio insoportable. De pronto, el cuerpo de un hombre golpeó bruscamente contra el cristal. Apenas pudo ver, un momento antes de caer desmayada al suelo, sujetando al herido, acercando su rostro hasta casi besarla al otro lado de la ventana para mirar dentro de la habitación, la cara de su propio hijo, moviendo los labios para pronunciar la palabra mágica: “mamá” y precipitarse corriendo hacia dentro del portal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario