LOS SIETE DUEÑOS

Érase una vez un terreno en un valle, cerca de una ciudad de un lugar remoto de cualquier país del mundo, cuyo dueño, en el lecho de muerte, lo repartió entre siete de sus acreedores. Y resultó que el terreno pasó a tener siete dueños. El terreno dividido en siete partes no tenía ningún interés, pues cada parte era demasiado pequeña, de modo que los siete querían quedarse con el terreno entero. Uno de ellos reunió a los otros seis para ofrecerles dinero por venderle su parte, pero ninguno estaba interesado, porque todos querían, a su vez, comprar las partes de los demás propietarios. De modo que los siete decidieron buscar una manera de quitarse de encima a los otros seis y hacerse poco a poco con la mayor cantidad de terreno posible hasta conseguirlo. Al cabo de diecisiete años de peleas y arrebatos los siete dueños habían agotado sus fuerzas buscando la estrategia definitiva sin éxito, encontrándose agotados y en el mismo punto que diecisiete años antes. Los siete dueños habían envejecido en esos diecisiete años y fueron, poco a poco, falleciendo, y los familiares, ajenos a esa pelea, fueron vendiendo los terrenos a los otros dueños que iban quedando vivos, hasta que solo quedó un dueño que, finalmente, veinticinco años después, consiguió poseer el terreno entero. Y justo en aquel momento el dueño falleció y, tal y como había dispuesto en su testamento, su terreno fue repartido entre siete de sus acreedores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario