EL REPARTIDOR

Había una vez un repartidor de flores que cada día sisaba una o dos flores de cada ramo que repartía. Al final del día, solía tener cincuenta o sesenta flores: rosas, claveles, gladiolos, margaritas, gerberas, lirios diversos, tulipanes, crisantemos, hortensias, bocas de dragón, begonias, orquídeas, camelias, violetas, magnolias, belladonas, lilas, narcisos, jacintos y azules nomeolvides, acompañadas por gisófilas, brezos, helechos y otras hierbas y florecillas silvestres. En cada entrega sacaba una flor o hierba, de modo que no se apreciaba, a simple vista, el sutil hurto. Y cuando terminaba su jornada, recogía su botín de la parte trasera de su furgoneta y colocaba y enroscaba el estrambótico cóctel de flores formando un inusitado y original ramo, por llamativo muy espectacular. Después hacía su último reparto del día. Iba a casa de su amada, llamaba al timbre, esperaba, sabiendo que no le abriría la puerta, y finalmente dejaba con cariño el ramo de flores frente a ella. Volvía a su furgoneta y se sentaba a esperar. Entonces ella entreabría la puerta, miraba a ambos lados y salía, tras comprobar que no había nadie alrededor; agarraba el ramo con fuerza, se acercaba al contenedor de basura, lo abría y lo tiraba violentamente, volviendo, de un giro, hacia su casa y cerrando la puerta de un portazo. Y así sucedió todos los días en que había reparto durante diez años. Un día, tras dejar el ramo ante la puerta y volver a la furgoneta a contemplar, una vez más, su diaria derrota, no salió nadie. Esperó una hora, pero el ramo seguía en el suelo. Esperó otra hora y nadie salió a recogerlo. Salió, sigiloso, de la furgoneta, para acercarse de nuevo a la puerta, pero nadie apareció. En ese momento la vecina de la casa contigua se asomó a la ventana y le dijo: “No se moleste más, la chica ha muerto”. El repartidor miró a la vecina, mostrando un gesto de agradecimiento, cogió el ramo con fuerza, se acercó al contenedor de basura, lo abrió, lo tiró violentamente y, volviendo de un giro a su furgoneta, cerró la puerta de un portazo y se marchó.

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