ENTRE MESAS Y MENTIRAS

Ella paseaba la máquina aspiradora por el suelo de la oficina, él arreglaba los fluorescentes, ella pasaba el paño por las mesas y las pantallas de los ordenadores, él comprobaba los cables de los enchufes, ella recogía y tiraba la basura de los cubos, él atornillaba y engrasaba las bisagras de las puertas y armarios, ella perdía la cabeza cuando le hablaban suavemente al oído, él no podía resistir la atracción que sentía por las mujeres, ella necesitaba un hombre en su vida tras su divorcio, él era un hombre casado, ella lo miraba de reojo, siempre pendiente de él, él la miraba y sonreía, siempre adulador, ella le dejó pasar al despacho del director para arreglar la veneciana, él le guiñó un ojo y la llamó guapa, ella se dejó amar sobre la mesa del despacho del director, él se sintió culpable cuando tras el orgasmo pensó en su linda Susana, ella creyó esperanzada sus enamoradas palabras, él no supo cómo acabó prometiéndole que se divorciaría, ella le odió cuando se dio cuenta de que nunca dejaría a su mujer, él se escondió cobarde cuando ella lo denunció ante el director inventando un acoso telefónico que en realidad era la respuesta a la presión que ella misma ejercía sobre él bajo la amenaza de confesarlo todo, ella en un ataque de ira llamó a su esposa y se lo dijo, él la odió mientras convencía a su Susana de que estaba loca y no había ocurrido nada entre ellos, ella entró en casa llorando su desconsolada soledad cuando le informaron de que él había sido despedido por acoso sexual, él se sintió aliviado cuando le comunicaron que le cambiaban de destino a otra oficina porque ella se había sentido incomodada pero no tenían pruebas contra él, ella mintió hablando de acoso, él mintió hablando de amor. Y, entre las mentiras, no quedó nada.

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