EL PERJUICIO PROPIO

Merlín se encontraba perdido sin su anillo. Se sentó en una roca del camino y apoyó la cabeza entre sus manos, desolado. El cuervo se acercó hasta él y le picoteó el cabello para llamar su atención. Cuando levantó la vista, echó a volar hacia el fondo del camino y se detuvo casi al final, junto a un caminito muy pequeño que arrancaba desde aquel. Merlín comprendió el mensaje que el cuervo trataba de transmitirle, se levantó y caminó hasta allí. Entonces el cuervo voló por ese camino, seguido por Merlín, hasta llegar a una pequeña cueva junto a un árbol. El cuervo revoloteó sobre la entrada a la cueva y graznó varias veces señalando el camino. Merlín se asomó y después volvió la cabeza y miró al cuervo, esperando una señal, pero el cuervo, por algún motivo, había decidido esperarlo fuera; graznó unas cuantas veces más y Merlín finalmente se decidió por entrar. Dentro se adivinaba un largo pasillo, pero la oscuridad era total. De pronto a lo lejos apareció un pequeño punto de luz que, tremulante, fue haciéndose más grande en señal de acercamiento. Merlín permaneció completamente quieto, sin mover ni un músculo, solo atendiendo al movimiento de la luz, que poco a poco fue mostrando una pequeña hada de pequeñas alas emplumadas y enormes orejas. Llevaba un objeto metálico entre las manos que sujetaba con excesivo cuidado. Cuando llegó hasta él, extendió la mano y le ofreció el objeto, sonriendo.

-Ten. Funciona igual que una brújula, pero con los objetos que quieres encontrar. Solo tienes que desearlo fuertemente, pensar intensamente en el objeto que desees, y la brújula te señalará dónde se encuentra.
-Pero... ¿Cómo? –preguntó asombrado.
-Funciona igual que la brújula normal, pero en vez de bailar sobre un imán lo hace sobre Gimsha, la piedra de los deseos.
-¿La piedra de los deseos?
-Sí. Es una piedra que se forma en el fondo de las fuentes de los deseos. Cuando el metal de las monedas va disolviéndose en el agua, esta a su vez va penetrando en la piedra de la fuente y la convierte en la piedra de los deseos. Es una piedra muy escasa, porque para que se forme han de caer muchas, muchas monedas en la fuente, impregnadas de muchos muchos deseos, para que la fuerza de esos deseos se acumule en el agua en cantidad suficiente como para devolvernos lo que más deseamos.
-¿Y yo? ¿Qué debo darte a cambio?
-Nada. Esta brújula es tuya. Me la dio Viviana para ti. Según dijo estaba en deuda contigo.

Merlín tomó la sorprendente brújula entre sus manos y pensó en su anillo. Pensó lo más fuertemente que pudo, pensó tan intensamente que cerrando fuertemente los ojos podía verlo como había visto al hada brillar súbitamente en la oscuridad. Después miró la brújula, cuya aguja señalaba hacia la salida de la cueva, de modo que se encaminó hacia la salida, donde el cuervo aún lo aguardaba graznando. Cuando salió de la cueva y adelantó al cuervo la aguja viró rápidamente hasta señalar de nuevo la entrada. Merlín se acercó y la aguja comenzó a trastabillarse y dar leves giros, titubeando.

—Este trasto no funciona —gruñó.

Entonces el cuervo se alzó revoloteando hasta posarse sobre una piedra del camino. La aguja giró hasta colocarse en dirección a él. Merlín comprendió entonces que su cuervo se había tragado el anillo.

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