LAS CINCO PRUEBAS

Mami Fan le dijo: “Me casaré contigo, pero antes deberás llevar a cabo cinco pruebas. Solo te permitiré dos fallos”. “De acuerdo”, respondió Boby Bam.

La primera prueba fue traerle a Mami Fan un ramo de preciosas amapolas. Boby Bam corrió hasta un abandonado descampado en el que sabía que encontraría suficientes flores para su mami. Volvió con un precioso ramo de amapolas y logró pasar la primera prueba. Sonriendo, le mostró a Mami Fan sus blanquísimos dientes. La segunda prueba que le pidió Mami fue arrancarse uno de esos preciosos dientes. ¿Cuál? Uno cualquiera. Mejor aún: uno de los que se veían al sonreír. El colmillo. El superior izquierdo. Boby pensó: “tengo derecho a dos fallos; no me quitaré un diente, prefiero gastar uno de esos dos fallos en esta prueba”. Pero se avergonzó, pensó que ella lo interpretaría como una falta de amor y no se lo dijo. Simuló que lo intentaba y con dramáticas lágrimas en los ojos le dijo: “Lo siento, mami, no puedo hacerlo”. Ella lo miró enternecida. Entonces le pidió que le compusiera una bonita canción. Boby Bam se sentó frente al piano y lo intentó con todas sus fuerzas. Pero la música no fluía. “Quiero hacerlo. Vamos, Boby, ella es maravillosa, deberías sentir la música en tu corazón”, se decía. Pero no logró encontrar las notas que hicieran resonar el amor que sentía por ella. Mami Fan se entristeció. Boby se dio cuenta de que era su último fallo, y aún quedaban dos pruebas por hacer.

Antes de que Mami Fan le dijera cuál era la cuarta prueba, Boby Bam se fue y ya nunca más volvió. Un día, sentada en el banco del porche mientras tejía un bonito suéter, Louise le preguntó cuáles eran las otras dos pruebas.

–Una era bailar conmigo. La otra besarme –respondió Mami Fan.
–Pero esas pruebas eran muy sencillas, Mami. ¿Por qué no se lo dijiste? Quizá él no se habría ido y ahora serías su esposa.
–Mierda, Louise, él no me quería. Si me hubiera querido se habría arrancado el maldito diente –le respondió Mami Fan.

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