EL REFLEJO (desde una frase de Raúl Llanos)

Al salir del vagón no pude evitar girar la cabeza para volver a mirarla. En lugar de verla, el cristal de la ventana me devolvió el reflejo de mí mismo. Me miré, como me suelo mirar en los espejos, casi posando, allí reflejado, y me vi a mí mismo tirarle un último beso.

Cuando el tren arrancó, el cambio de luz me dejó ver el interior del vagón. Ella había desaparecido –caminaba, de hecho, buscando otro asiento, por el vagón de cola– y, en su lugar, un hombre con bigote me decía con un sorprendente gesto de coquetería adiós con una mano mientras me tiraba un beso con la otra.

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