EL ADIÓS DE UN JEFE

El jefe entró en el despacho y cerró la puerta. Todos nos mirábamos sabiendo cuál era el pensamiento común, pero nadie se atrevía a pronunciar palabra, y así estuvimos al menos cinco minutos, momento en el que salió del despacho de nuevo y sin mirarnos a las caras desapareció por el rellano de la escalera. Cuando diez minutos más tarde vino Marina para anunciarnos de manera oficial su despido él ya había cruzado la línea del Ecuador...

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